Las palabras tienen dificultades para salir de mi boca, de mis manos.
He visto lo suficiente para saber que la vida es muy dura. Mucho.
No por las circunstancias, sino por las personas que somos quienes las creamos.
Vender, matar, adorar por dinero. Si no es descorazonador esto no lo es nada.
Mierda en mis oídos, mierda en mis ojos.
Aún no llegó al corazón.
Pero reconozco que hay que ser poco menos que de acero para esquivar, sin cesar, las balas de detritus que rebotan a lo ancho y largo de este universo mezquino y bello que es la tierra.