sábado, 26 de marzo de 2011

Impasse

Punto muerto.

Espera. Waiting for. Attente.

Sin embargo...

Energía. Entusiasmo. Seguridad insolente.

Joder! Hago lo que puedo.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Milonga

Eso de que no le mola es mentira. Está un poco asustada, nada más, porque no deja de pensar en él. No quiere, ni puede, ni debe engancharse con nadie. Cree que tienen mucha ternura que compartir. Muchas sonrisas, palabras, miradas... sobre todo miradas y silencios. Quiere volverle a ver. Qué capricho del destino. Siente que entre todas las posibles mujeres ella es la mejor. Qué tontería. No se atreve a decirle que ha visto en su mirada un reflejo exacto al suyo.

Tiene miedo de que él no la sepa entender. No busca un marido, ni un padre, ni un follamigo. Quiere compartir su soledad. A ratos, cuando lo permitan sus obligaciones, su independencia o su humor.

Se imagina una escena ideal. La luz entra brutalmente por una ventana. Desnudos. Ella sentada en una silla. La música tapa el roce indistinto de sus dedos, su lengua, nariz... que recorren su cuerpo pausadamente, con temor primero y codicia después. El tacto primigenio, suave, modelando, sacando a la luz un nuevo ser, alguien que no es ella. No sabe cuánto tiempo llevan así. Lo único que consigue percibir es su respiración acelerada y sendos líquidos calentitos resbalando por su piel.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Tango

No solía fijarse mucho en los tíos. Mejor dicho, había pocos que llamaran su atención, pero esa noche, en el concierto, le vio de espaldas, desgreñado, solo, con un abrigo negro y supo que ese hombre le interesaba, que era él el que andaba buscando. Le siguió con la mirada toda la noche. Al salir, mientras se despedía de los amigos fumando un último cigarro, lo vio pasar, intercambiaron miradas y se esfumó en la noche en un coche rojo del que ella memorizó, instintivamente, modelo y matricula.

Al día siguiente en un bar, al que sólo había ido una vez antes, creyó verle. Estaba de espaldas. Le preguntó si estuvo ayer en tal sitio. No hizo falta que contestara. Qué se le va a hacer. Acaba el concierto y deciden ir a otro garito, en la otra punta de la ciudad y al que tampoco iba muy a menudo. Cuál no sería su sorpresa cuando al entrar se lo encuentra de frente. Esta vez sí era él. y esta vez si se le acerca y empiezan a hablar. Nombres, ayer estabas en tal sitio, sí, suelo ira a tal y tal sitio, yo salgo poco, voy a tu barrio a clases de tango, ¿ah sí?. Enfin, chorradas. En una de esas que sale a fumar ve que se marcha, no sin antes dedicarle una mirada y una despedida dubitativa: Bueno... hasta luego. Chao, dice ella, y no consigue articular el tan socorrido "¿a dónde vas ahora?".

Aquí empieza la ilusión. Es un azar, una señal, un tío al que no había visto nunca en todos los años que lleva en esta ciudad y se lo encuentra dos noches seguidas en dos garitos de lo más antagónicos. Va a por él.

Al jueves siguiente, espera verle en el bar donde lo vio por primera vez. No aparece.

El sábado se acerca al local donde dijo que tomaba clases de tango . Lleva un papel en el bolsillo con su teléfono por si acaso. Está cerrado. No se da por vencida y cual quinceañera da una vuelta a la manzana por si descubre el coche. Nada. Luego indagará y sabrá que las clases eran dos horas antes de lo que pensó.

El martes se acerca con una amiga al bar donde cantan tangos. Estaba cerrado porque era festivo.
El jueves convence a sus colegas para ir a otro concierto en el centro, al bar donde creyó verle y al final no. No apareció.

Ella sigue pensando en él, en su sonrisa amable y su mirada atormentada.

El sábado por la tarde se acerca a las clases de tango, están acabando y entra los últimos cinco minutos, justo para ver al profe haciendo una demostración y para que él le viera. Sale a esperarlo. Tarda. Ella está como un flan. Lo ve venir hablando con una pareja. pero no se atreve a decir nada. Se da la vuelta y esta vez es él quien la ve marcharse en un coche, también rojo. Ya digo, adolescente total. Por la noche queda con unas amigas en el bar donde habló con él por primera vez. De cara a la puerta, espera en vano a verle entrar. Pues no.

El martes una amiga la anima a ir a escuchar cantar tangos a un tío que conoce. Tiene la corazonada de que aparecerá. Efectivamente llegó. sonriente, dulce, encantador. Está con un grupo. Cuando acaba la música se van a otro sitio y al salir le dice "hola" con la entonación lista para entablar un diálogo. Él, tímido pero siempre sonriente, dice "adiós", lo que interpreta como fin de conversación. En el garito nuevo hay 12 personas. Si descontamos a los dos músicos y a los 2 camareros el panorama es desolador. Le da un bajón y sale a fumar. A la segunda calada se para un coche en la puerta y se bajan él y otro tío. ¿No entras? Sí , ahora voy. ¿Cómo vinisteis? Andando. Ah. Entra. El amigo viene rápidamente hacia ella, al que deja caer, de buenas maneras, que el que le interesa es el otro. ¡Ay el otro! Sigue con su sonrisa encantadora , se sabe atractivo y lo es. Se acaba la música y se acerca, el brasas sigue intentándolo, que si tienes unos ojos alucinantes, que si este tío no te interesa ,además lo está esperando una mujer maravillosa. Le dice dos frescas y se va refunfuñando. Se quedan, por fin a solas él y ella. Y empiezan a hablar. Es la dulzura en persona. Lleva fatal lo de hacerse mayor, traumado casi. Peter Pan existe. El tío tiene 10 años más que ella y parecen de la misma edad, año arriba-abajo. ¿De qué se queja? Ella que no para de parafrasear a la faraona con el "estoy como nunca". Cuando pregunta por su horóscopo ella flipa. Inseguridad, debilidad, inconsistencia, capricho. Se queda un poco fría. Hablan un buen rato, el suficiente para que ella sienta desvanecerse la efímera ilusión y conteste, cuando le pregunta ¿irás el martes a escuchar los tangos?, no sé.

Una reflexión ronda por su cabeza hasta que se durmió esa noche: en el último mes había salido casi más que en el último año y había pronunciado-escuchado la palabra tango más que en toda su vida.

martes, 8 de marzo de 2011

A-6

El trayecto de la A-6 A Coruña-Madrid-A Coruña guarda pocos secretos, objetivos, para mí. Lo hago entre 6 y 8 veces por año.
Sé que hay bosques que luego se convierten en montañas, y que esas montañas se van deslizando, contoneando hasta ser tierra. La tierra- plantada con cereales, con viñedos- se vuelve a sacudir, se deshace de toda plantación y se arquea en montañas* otra vez. Hasta que llegan las edificaciones masivas a ambos lados y lo mejor es salir cuanto antes de ese aturdimiento de señales y reclamos publicitarios. Y viceversa.

Sé más. Los puntos kilométricos de ciertas poblaciones, áreas de servicio, sitios de interés, etc. Y también sé que me lleva 6 horas y un depósito y pico. En ese espacio te da tiempo a pensar, comer chucherías, escuchar música, conversar...

Hoy iba sola y escuché la radio, y se habló mucho de la mujer trabajadora. Algunas cosas interesantes, como en "Carne cruda" en Radio3. Paso luego un buen rato inventando aventuras con los conductores al estilo de Erica Jong. Me hacía un pequeño gesto, jugamos a adelantarnos y en la próxima salida le echaba un polvo de la hostia. O ayudaba a unos pobres chavales a cambiar una rueda y nos montábamos un trío allí mismo en el arcén. En el bar de carretera me agenciaba unos cuantos camioneros a los que me cepillaba uno tras otro sin que se borrara el carmín. Yo creo que esa tía hacía como yo, imaginárselo.

Por cierto, hoy tardé 6:30 y gasté 3/4 de depósito. Me pareció bien. Puede que sea una medida que resulte. Flipo.

*Esa montañas, hicieron que el pasado viernes Claudia y yo fuéramos unas de las se quedaron atrapadas. Una nevada que en unos minutos había cubierto el suelo, los coches, con una capa alucinante. Nunca vi copos tan grandes. La nieve nos hipnotizó. El tiempo pareció pararse y las 11 horas que tardé en ese malogrado trayecto no me pasaron más factura que las 6- 6:30 habituales. Me lo haré mirar.